jueves, 1 de abril de 2010

Un mundo amenazado


Todas las regiones en desarrollo son vulnerables a los efectos del cambio climático, por razones diferentes.

·        Banco Mundial, Informe 2010

Los problemas comunes en los países en desarrollo —limitados recursos humanos y financieros, instituciones débiles— explican su vulnerabilidad. Pero otros factores, asociados con su geografía e historia, son también importantes.
África al sur del Sahara sufre los efectos de su fragilidad natural (dos tercios de su superficie terrestre son desiertos o tierras secas) y de la gran exposición a las sequías e inundaciones, que según los pronósticos aumentarán a medida que cambia el clima. Las economías de la región dependen fuertemente de los recursos naturales. La biomasa representa el 80 por ciento del suministro de energía doméstica primaria. La agricultura de secano aporta aproximadamente el 23 por ciento del PIB (con exclusión de Sudáfrica) y da empleo a cerca del 70 por ciento de la población. Los problemas de infraestructura podrían obstaculizar las medidas de adaptación, y la capacidad de almacenamiento de agua se mantendría limitada a pesar de la abundancia de recursos. El paludismo, que es ya la principal causa de mortalidad en la región, está llegando a zonas más altas, anteriormente libres de esta enfermedad.
En Asia oriental y el Pacífico un factor importante de vulnerabilidad es el gran número de personas que viven en la costa y en islas de litoral bajo: más de 130 millones de personas en China y unos 40 millones, es decir, más de la mitad de toda la población, en Viet Nam. Un segundo factor es la constante dependencia, en particular en los países más pobres, de la agricultura como fuente de ingresos y empleo. A medida que aumentan las presiones sobre la tierra, el agua y los bosques —como consecuencia del crecimiento demográfico, la urbanización y la degradación ambiental provocada por una industrialización rápida—, la mayor variabilidad y el mayor número de episodios extremos complicarán su gestión. En la cuenca del río Mekong, la estación de las lluvias tendrá precipitaciones más intensas, mientras que la estación seca durará dos meses más. Un tercer factor es el hecho de que las economías de la región dependen fuertemente de los recursos marinos —el valor de los recursos de coral bien gestionados es de 13.000 millones de dólares sólo en Asia sudoriental—, que están ya sometidos a presión como consecuencia de la contaminación industrial, el desarrollo costero, la sobrepesca y la escorrentía de plaguicidas agrícolas y nutrientes.
La vulnerabilidad al cambio climático en Europa oriental y Asia central está asociada con el legado soviético de mala gestión ambiental y con el lamentable estado de gran parte de la infraestructura de la región. Un ejemplo: la subida de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones en Asia central agravarán la catástrofe ambiental de la desaparición del mar de Aral meridional (provocada por la desviación del agua al cultivo de algodón en un clima desértico), al mismo tiempo que la arena y la sal del lecho marino reseco son transportadas por el viento a los glaciares de Asia central, lo que acelera el derretimiento debido a la subida de las temperaturas. La mala calidad, el escaso mantenimiento y el envejecimiento de la infraestructura y la vivienda —como consecuencia del pasado soviético y de los años de transición— no son la mejor barrera frente a las tormentas, las olas de calor o las inundaciones.
En América Latina y el Caribe los ecosistemas más importantes están amenazados. En primer lugar, se prevé la desaparición de los glaciares tropicales de los Andes, lo que modificaría el calendario e intensidad del agua a disposición de varios países y provocaría estrés hídrico por falta de agua para al menos 77 millones de personas ya en el año 2020, así como una amenaza para la energía hidroeléctrica, fuente de más de la mitad de la electricidad en muchos países de América del Sur. En segundo lugar, el calentamiento y la acidificación de los océanos darán lugar a episodios frecuentes de blanqueamiento y posible extinción progresiva de los arrecifes de coral en el Caribe, que cuentan con los criaderos de aproximadamente el 65 por ciento de todas las especies ictícolas de la cuenca, ofrecen protección natural frente a las mareas de tormenta y son un activo fundamental para el turismo. En tercer lugar, los daños en los humedales del Golfo de México harán que esta costa sea más vulnerable a los huracanes más intensos y más frecuentes. En cuarto lugar, el impacto más desastroso podría ser la extinción dramática del bosque amazónico y la transformación de grandes extensiones en sabana, con graves consecuencias para el clima de la región, y quizá de todo el mundo.
El agua representa la mayor vulnerabilidad en el Oriente Medio y Norte de África, la región más seca del mundo, donde la disponibilidad de agua per cápita se reducirá a la mitad para 2050, sin tener en cuenta los efectos del cambio climático. La región tiene pocas opciones atractivas para aumentar el almacenamiento de agua, pues casi el 90 por ciento de sus recursos de agua dulce están ya almacenados en embalses. La mayor escasez de agua, junto con una mayor variabilidad, constituirá una amenaza para la agricultura, que representa en torno al 85 por ciento del uso de agua de la región. La vulnerabilidad se agrava por una fuerte concentración de la población y de la actividad económica en las zonas costeras expuestas a inundaciones y por las tensiones sociales y políticas que podría fomentar la escasez de agua.
Asia sudoriental sufre los efectos de una base de recursos naturales ya sometida a fuerte presión y degradada en buena parte como consecuencia de factores geográficos y del alto nivel de pobreza y de densidad de población. Es probable que los recursos hídricos se vean afectados por el cambio climático, debido a su efecto en el monzón, que aporta el 70 por ciento de las precipitaciones anuales en sólo cuatro meses, y en el derretimiento de los glaciares del Himalaya. La subida del nivel del mar es un grave motivo de preocupación en esta región, que cuenta con un litoral largo y densamente poblado, llanuras agrícolas amenazadas por la intrusión de agua salada y muchas islas de litoral bajo. En los escenarios donde se contempla un cambio climático más pronunciado, la subida del nivel del mar sumergiría gran parte de las Maldivas e inundaría el 18 por ciento de la tierra de Bangladesh.

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