jueves, 1 de abril de 2010

El costo de la energía en el río Madera





La construcción de las mega-represas de Jirau y San Antonio en Brasil y Cachuela Esperanza en Bolivia, pondrá en serio riesgo la biodiversidad de la zona y obligará a migrar a las comunidades aledañas y a los pueblos indígenas en aislamiento voluntario. El objetivo boliviano es exportar energía, pero los costos socioambientales asoman onerosos. El Gobierno espera el informe de Evaluación de Impacto Ambiental de la Empresa Nacional de Electricidad para frenar o dar luz verde al proyecto, aunque esta entidad tendría previsto licitar la obra de US$ 2.000 millones en julio próximo.


· Miriam Telma Jemio

San Antonio, Jirau y Cachuela Esperanza son los nombres de las tres hidroeléctricas que serán instaladas en el río Madera para generar energía, unos 7.000 megavatios (MW). Para ello se construirán enormes represas cuyos impactos afectarán socioeconómica y ambientalmente la región amazónica que comparten Bolivia y Brasil.
La presencia de estas hidroeléctricas, en un afluente tan importante como el Madera, implica un alto costo para los 3 millones de personas que se estima viven en la zona, así como para la flora y fauna, según alertan ambientalistas y científicos.
Este río es el más grande de la zona y el más caudaloso del mundo, además posee una altísima biodiversidad, según el investigador Fernando Molina del Instituto de Hidraúlica y Hidrología de la Universidad Mayor de San Andrés (IHH-UMSA).
El Madera nace en territorio boliviano en la comunidad de Villa Bella en Pando. Sus aguas se originan en la cordillera de los Andes de los ríos Madre de Dios (Perú-Bolivia), Beni (La Paz-Beni) y Mamoré (Cochabamba, Potosí, Santa Cruz y Beni), por él corren grandes cantidades de agua y sedimentos andinos.

UNA DÉCADA PARA
LA CONSOLIDACIÓN
La ejecución de estas megainfraestructuras fue anunciada el año 2000, cuando el Banco Interamericano de Desarrollo firmó un acuerdo con 12 países sudamericanos en el marco del proyecto Integración de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA).
Su primera agenda contemplaba la inversión de 7 billones de dólares en 31 proyectos, la cual se amplió a 350 proyectos con un costo de 40 billones de dólares, que incluye el complejo hidroeléctrico e hidroviario del río Madera.
Según Marco Octavio Ribera, investigador de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), el IIRSA comprende 10 ejes de integración vial-energética a lo largo de Sudamérica. Seis de ellos incluyen a Bolivia. Por sus impactos, los de mayor riesgo son las represas de los ríos Madera y Beni (Jirau, San Antonio, Cachuela Esperanza y Bala) y las hidrovías proyectadas de navegación e interconexión de cuencas, proceso favorecido por los represamientos del Madera.
Perú, Brasil y Bolivia están dentro el IIRSA con el proyecto “Corredor Madera-Madre de Dios-Beni”. Este contempla cuatro hidroeléctricas, según el Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade), dos en el Estado de Rondonia-Brasil (San Antonio y Jirau), una binacional en Guayaramerín (entre Bolivia y Brasil) y la última en Cachuela Esperanza, en el río Beni en Bolivia. Además, una Hidrovía de 4.250 kilómetros de largo para la navegación de grandes embarcaciones en los tres ríos.
El objetivo del complejo del río Madera, según el proyecto IIRSA, es consolidar una vía de integración internacional fluvial para el transporte y el desarrollo socioeconómico de las regiones de Madre de Dios en Perú, Rondonia en Brasil y Pando y Beni en Bolivia.
Esta obra está destinada a satisfacer la gran demanda energética del sector industrial del Brasil y promover la inversión de la empresa privada. La formación de los reservorios de agua permitirá navegar estos ríos y abrir una ruta de exportación, para la expansión de la producción de soya en la amazonia boliviana.
En esa misma lógica, el gobierno boliviano declaró de importancia nacional la construcción de la represa Cachuela Esperanza para dotar de energía eléctrica a la población que vive en la región. El presidente Evo Morales en varias ocasiones resaltó la importancia de ese proyecto que es parte del plan energético del país que se lleva adelante a través de la Empresa de Nacional de Electricidad (ENDE).

ARGUMENTOS

EN CONTRA

La explicación de la importancia de la generación de energía para el desarrollo de las poblaciones de la región amazónica realizada por los gobiernos de Brasil y Bolivia no logró convencer. Por ello, los habitantes de las comunidades que viven en esas zonas, investigadores, ambientalistas y organizaciones sociales, incluso autoridades de ambos países alzaron sus voces para rechazar las represas.
Los antecedentes de los impactos de las megarepresas son conocidos, dicen los ambientalistas. En Latinoamérica hay algunos ejemplos como los financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo que, en algunos casos, forzaron a las comunidades locales a migrar debido a que sus tierras fueron inundadas.
En Brasil en 1999, el BID financió la represa Cana Brava de gran envergadura. Más de 1.000 familias en la comunidad local fueron desplazadas por el megaproyecto. Una década después, luego de muchos ajustes al proceso de reubicación, unas 600 familias no habían sido reintegradas con éxito en comunidades autosuficientes.
El año 2000, el Informe Final de la Comisión Mundial de Represas (CMR), conformada por representantes de la industria de las represas y de los movimientos antirepresas, develó los impactos sociales y ambientales, así como de la ineficiencia de estas megainfraestructuras a nivel mundial.
Según la CMR, la cantidad de personas desplazadas en el planeta por las represas se situaba entre 40 y 80 millones de personas, siendo los principales afectados los más pobres y vulnerables. En lo referente a rendimiento, de las 63 grandes represas que examinó, el 55 por ciento generaba menos energía de la que había sido proyectada.
Ante esos antecedentes, el anuncio de la construcción de las represas en Brasil y Bolivia, movilizó no sólo a las comunidades afectadas sino también a organizaciones ambientales. En Bolivia, entre otros, Fobomade, la Fundación Mundial para la Naturaleza (WWF) y Lidema, a su turno, se pronunciaron con respaldo científico sobre el tema.
El debate se instaló en una serie de eventos (seminarios, encuentros binacionales, foros, simposios y otros) con la participación de expertos, científicos, población afectada, organizaciones sociales y ambientalistas. Las conclusiones sirvieron para alertar de la problemática a las autoridades.

(la cantidad de personas desplazadas en el planeta por las represas se situaba entre 40 y 80 millones de personas, siendo los principales afectados los más pobres y vulnerables)

Si bien la WWF no se opone a la construcción de represas porque prestan importantes servicios –incluyendo el suministro de agua, irrigación, generación de electricidad y control de inundaciones– considera que se debe mejorar la gestión de las ya existentes y de sus cuencas, para evitar los altos costos financieros y medioambientales.
Marcela Áñez, Oficial de Infraestructura de WWF, acota que existen alternativas menos perjudiciales basadas en criterios específicos. Por tanto, explica, si la construcción de una represa es la mejor opción para garantizar las necesidades de agua y energía de una población, los daños al medioambiente que causarían deben ser minimizados a un nivel aceptable para todos los implicados.
Lidema también apoya las iniciativas para proveer de energía barata a los habitantes de regiones que dependen de termoeléctricas y de la importación de suministros. Sin embargo, dice su directora ejecutiva, Jenny Gruenberger, que les preocupa la ejecución de estos proyectos cuyos impactos socioambientales ya son conocidos, así como los magros beneficios que dejan a los países que la producen.
Algunos estudios señalan que la construcción de estas megarepresas provocará el desplazamiento de poblaciones indígenas y la migración descontrolada. En Brasil, 2.500 familias que viven a orillas de ese río serán las afectadas. En Bolivia, estiman que la fauna ictiológica (peces) y la flora serán impactadas, además se elevarán los ríos, se inundarán las tierras de cultivo y proliferarán las enfermedades.

EN MARCHA, A
PESAR DE TODO
Las voces en contra de las represas fueron muchas. Desde las comunidades que serán afectadas en Brasil y Bolivia hasta científicos, ambientalistas y autoridades rechazaron con y sin argumentos científicos. Esto no sirvió de mucho. Esas voces no fueron escuchadas.
Las represas Jirau y San Antonio están en plena construcción en Brasil. Y en Bolivia, la instalación de Cachuela Esperanza está en pleno proceso y, aunque todavía no se habla en voz alta, la de Guayaramerín está en estudio. Y en Brasil, incluso ya se adjudicó el megaproyecto Puerto Bello.
Una de las primeras acciones legales se hizo ante la Comisión Interamericana. El 7 de diciembre de 2007 se presentó la solicitud de medidas cautelares ante la Comisión de Derechos Humanos, el gobierno brasileño fue demandado por los pueblos indígenas, campesinos y ecologistas de Bolivia por riesgo inminente a los derechos humanos. Esa Comisión pidió información a ambos gobiernos sobre las acciones que estaban realizando en función a ese proyecto y cómo garantizarían los derechos humanos de las comunidades indígenas y campesinas del norte amazónico.

LAS ACCIONES DE
LAS AUTORIDADES
Ante este problema, ese mismo año 2007 se creó un Comité Insterinstitucional Boliviano liderado por el Viceministerio de Biodiversidad y la Cancillería, el cual cuestionó y planteó sus dudas sobre aspectos hidráulicos, sedimentación, ictiofauna y pérdida del potencial hidroeléctrico en la región.
Cuando se otorgó la Licencia Previa en 2007 para la construcción de las represas, el gobierno boliviano demandó ante su par de Brasil la cancelación de los proyectos argumentando que los impactos negativos serán mayores en territorio boliviano. El canciller David Choquehuanca manifestó a su homólogo brasilero, Celso Amorín, su contrariedad por la extensión de la licencia ambiental sin que se hayan analizado los impactos en el país.
En una carta enviada el 2008 se pidió que las dudas sobre los impactos fueran absueltas en una reunión bilateral previa. Brasil respondió pidiendo que Bolivia presente un cuestionario con sus dudas. Hasta la fecha, no se recibió una respuesta, afirma el viceministro de Biodiversidad, Juan Pablo Ramos.
Los reclamos del gobierno boliviano se iniciaron el 2006. Se envió una carta manifestando la preocupación por los impactos ambientales de las dos represas, a lo cual el Gobierno brasilero le aseguró que no habrá impactos en Bolivia. Luego, se realizaron dos encuentros a nivel técnico entre ambas naciones, sin resultados alentadores para el país. Se fijó un tercero, sin fecha ni lugar, que aún no se concretó desde 2007.

(Bolivia pidió que las dudas sobre los impactos fueran absueltas en una reunión bilateral con Brasil. Hasta la fecha, no hubo respuesta)

El gobierno brasilero se mantuvo en una posición intransigente, afirmando que los posibles impactos de sus proyectos se extendían únicamente hasta su frontera y no hasta Bolivia, manifiesta Mirso Alcalá, coordinador de la Dirección General de Medio Ambiente.
Para Alcalá, quien publicó un informe sobre el tema en la revista del Ministerio de Medio Ambiente, “los procesos de negociación bilateral que se llevan a cabo actualmente mantienen la misma línea”, sin embargo están supeditados a la “agenda positiva” con Brasil que considera otros temas energéticos adicionales. “Aún no se habla de compensación, pero será necesario profundizar estudios y temas específicos que permitan, la valoración de los recursos económicos”, dice.
Lidema, por su parte, insta al Gobierno a adoptar una posición firme y consecuente en relación a los intereses de la región. “Debe interpelar al gobierno brasileño para que cumpla los acuerdos internacionales al margen de la agenda positiva que hay con ese país”, expresa Gruenberger.
Es necesario que el Gobierno demande ante instancias internacionales que Brasil suspenda actividades hasta que realice estudios y análisis de riesgo sobre toda la cuenca alta del Madera. La investigación debe incluir el grado de inundación que afectaría a una gran parte de la amazonia boliviana en los departamentos de Beni, Pando y Norte de La Paz.
Dichos estudios, según Lidema, deberán tomar en cuenta las recomendaciones de la Comisión Mundial de Represas e incluir las modificaciones que sufrirán los ecosistemas naturales, a corto, mediano y largo plazo y sus implicaciones socioambientales.
Por su parte, Fobomade resalta la importancia de cumplir con la Constitución Política del Estado, por ello insta a la autoridad ambiental realizar una consulta previa e informada a todos los pueblos indígenas y actores que serán afectados.
Las autoridades ambientales, además, deben fortalecer sus acciones de fiscalización, control y vigilancia en el cumplimiento de la normativa ambiental y proceder a la realización de un seguimiento con el rigor que corresponde.
De las suposiciones, basadas en experiencias similares, sobre el efecto social, económico y ambiental, se pasó a los estudios científicos en áreas que tienen que ver con el problema, pero falta mucho por investigar, una tarea que deben insertar en sus agendas los gobiernos de Bolivia y Brasil.

RECUADRO 1

Jirau y San Antonio ya están en marcha

La comunidad San Carlos, ubicada a tres horas de Portho Velho (Puerto Bello) sobre las orillas del Río Madera, que vivía a orillas del río Yavarí (una ramificación del Madera), fue desplazada cuando se construyó la hidroeléctrica Samuel (200 MW), según constataron miembros de Fobomade el año 2008.
Esta población conoce el efecto que causa en su vida y economía la presencia de una represa, pues desde su construcción la producción pesquera, que era su principal fuente de ingreso, casi desapareció.
Esa experiencia hace que cuando escuchan que se construirá una represa, el temor los invada, como pasó cuando se enteraron de la edificación de Jirau y San Antonio, cuya instalación demandará una inversión de 16.000 millones de dólares para generar energía –entre ambas– de una potencia de 6.450 MW.
Los dos proyectos fueron resistidos por algunos sectores y apoyados por otros. En Bolivia el rechazo fue casi unánime debido a los impactos que generará en la región tropical involucrada, que por ahora se encuentra en buen estado de conservación, a pesar de que el bosque está bajo un constante desmonte por el pastoreo de ganado.
Allí se asienta la población de Guayamerín, fronteriza con Brasil, donde los pobladores tienen una gran necesidad de energía e inversión. Esa sería la razón por la cual muchos de ellos apoyan el proyecto.

LOS IMPACTOS
En el caso del río Madera, las investigaciones realizadas ponen de manifiesto numerosos factores que entorpecerán la viabilidad del proyecto. En marzo de 2007, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales (Ibama) negó la licencia medioambiental al proyecto debido a la “ausencia de control medioambiental y a la existencia de información contradictoria” del estudio presentado por el consorcio Odebrecht-Furnas, ya que no contemplaba todo el territorio afectado por el proyecto ni los impactos en las comunidades indígenas.
Finalmente, por presión política, el Ibama dio la licencia previa a la empresa constructora, adjuntando a la misma 33 condicionantes que deberían ser levantadas. Una de ellas, es que no inunden territorio boliviano, manteniendo el área de influencia directa sobre territorio brasilero.

(…los sedimentos podrían cubrir los embalses creados por las represas, lo cual agravaría la inundación del río Madera y sus afluentes, el uso estacional de las riberas desaparecería porque estarían cubiertas todo el año afectando a los bosques de castaña e inundando los pastizales)

Las observaciones al estudio de impacto ambiental están relacionadas con el transporte de sedimentos, el control de mercurio, la garantía de que los grandes peces puedan tener un canal de pasaje para subir el río durante la fase de reproducción, prever los impactos transfronterizos ambientales, sociales y económicos, principalmente en Bolivia.
Sumando otras razones, Lidema rechazó la construcción de estas represas. Su investigador Marco Octavio Ribero argumenta que se vulneró los instrumentos jurídicos internacionales de uso y aprovechamiento de los ríos de curso sucesivo. Entre ellos, el Acta de Montevideo, Resolución de Salzburgo, las normas de Helsinki, la Convención sobre el Derecho de los Usos de los Cursos de Aguas Internacionales para Fines Distintos a la Navegación, el Tratado de Cooperación Amazónica; así como, la Convención de Biodiversidad que incorpora el principio precautorio y que fue ratificado por Brasil.
En su publicación El Norte Amazónico de Bolivia y el complejo del Río Madera (2007), Fobomade establece que los sedimentos podrían cubrir los embalses creados por las represas, lo cual agravaría la inundación del río Madera y sus afluentes, el uso estacional de las riberas desaparecería porque estarían cubiertas todo el año afectando a los bosques de castaña e inundando los pastizales.
La inundación de las selvas amazonas, entre otros aspectos, afectará a la biodiversidad de flora y fauna, por ejemplo los peces que migran entre el río Amazonas y el Madera no podrán sortear los muros de la represas, aunque el diseño de ambas contempla un paso especial para ello, en la práctica no tiene éxito total, a lo cual se suma que la reducción de la velocidad de las aguas provocará la falta de oxígeno.


RECUADRO 2

El argumento científico

En el país y en Brasil, la comunidad científica y las organizaciones no gubernamentales realizaron estudios de algunos impactos que se presentarían en la zona donde se construyen las represas Jirau y San Antonio.
La Fundación Mundial para la Naturaleza (WWF) apoyó al Instituto Francés para el Desarrollo (IDR) para que realice el estudio Dinámica de inundación y tasa de mercurio en peces en el Norte amazónico boliviano. Hacia una cuantificación de los impactos del proyecto hidroeléctrico del río Madera, además de la investigación Impacto de las represas del río Madera en los “stocks” pesqueros y la economía pesquera en la amazonia boliviana, efectuada por la Asociación FaunAgua.
Estas y otras investigaciones fomentadas por el IRD y el Instituto de Hidraúlica e Hidrología (IHH) de la Universidad Mayor de San Andrés fueron difundidas en un simposio internacional realizado en La Paz y Santa Cruz con el apoyo de la WWF, con el objetivo de que esos criterios científicos sirvan de insumos para la toma de decisiones en relación al desarrollo energético sostenible en la amazonia.

PESCA AFECTADA
En ese contexto, el investigador de la Asociación FaunAgua, Paul Van Damme, señala que un impacto posible es la reducción gradual de la pesca, la cual puede afectar por lo menos a 16.000 familias bolivianas que hoy viven de esta actividad. Se estima el 80 por ciento de los peces amazónicos bolivianos son migratorios y algunas especies tienen importante valor comercial y de susbsistencia.
En ello coincide Miguel Petrere de la Universidad Estatal Paulista de Brasil, para quien las represas en áreas tropicales no representan una energía limpia, además que “la diversidad, población y tamaño de peces disminuyeron considerablemente después de las represas”.
Según la investigación de Marc Pouilly, del IRD, existen datos precisos que establecen que las inundaciones provocadas por las represas podrían afectar las actividades de aprovechamiento de recursos naturales e incrementar enfermedades como la malaria, la fiebre amarilla y el dengue.
En función a ello, es muy importante hacer más estudios para estimar la extensión del área de la amazonia boliviana que puede ser inundada, así como los impactos no sólo en los embalses, sino en las zonas aledañas y río abajo, según Pouilly.
Estas infraestructuras en ambientes tropicales provocan otros impactos como el aumento de mercurio en los peces (en el embalse y principalmente río abajo), la deforestación del área y del trazado de las líneas de transmisión, la contaminación por herbicidas para el mantenimiento de las líneas de transmisión, la retención de sedimentos y la erosión de las riberas del río, según el estudio de Jean Remy Davée Guimaraes, de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Migración forzada
Sobre los impactos socio-económicos en Brasil, Manuel Antonio Valdés, de la Universidad Federal de Rondonia, puntualiza que el 65 por ciento de la población visitada en el área del río Madera (cerca de 1.100 familias) probablemente se verán en la necesidad de mudarse, dejando atrás sus crías de animales, plantaciones, costumbres y formas de vida en armonía con el río. El problema se agrava porque sólo el 30 por ciento cuenta con títulos de propiedad, lo que hará más difícil la implementación de un esquema de compensación social.
El científico Jorge Molina, del IHH, mostró que las represas brasileñas provocarán impactos hidráulicos e hidrológicos en territorio boliviano, incluyendo el aumento del riesgo de inundaciones. Su trabajo también fue presentado en abril en Tiquipaya (Cochabamba) en la Mesa 18, instalada de manera paralela a la Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra.
El efecto sobre el problema del cambio climático es otro de los impactos que mencionan los expertos como Enrique Laatts y Molina. Se trata de grandes piscinas de agua que producen dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero.
Al respecto, según Emilio García del Programa Nacional de Cambio Climático, no existe una guía oficial del Panel Intergubernamental de Cambio Climático para medir la cantidad de CO2 que emiten las represas. Por tanto, no se puede todavía conocer con certeza el impacto de éstas por emisiones de gases de efecto invernadero.
Con estos estudios los investigadores alertaron sobre los impactos de las represas en la amazonía y la urgencia de mejorar la calidad de la evaluación ambiental social y económica. Además, que si bien se reconoce la importancia del rol de las mismas, la experiencia demuestra que generan un costo inaceptable y, a veces, innecesario en términos sociales y ambientales.

CUADROS
Aprovechamientos del río Madera
Hidroeléctricas de Jirau, Santo Antonio y Cachuela Esperanza

Características
Cachuela Esperanza
Jirau
San Antonio
Número de grupos
18
44
44
Tipo de grupo
Bulbo
Bulbo
Bulbo
Caudal promedio del río
8.900 m3/s
17.700 m3/s
18.000 m3/s
Caída bruta promedio
10,8 m
16,6 m
13,9 m
Diámetro de la rueda
7,5 m
7,5 m
7,5 m
Nivel de operación del embalse
Max 119 m
Min 114 m
Max 90 m
Min 82.5 m
Max 70 m
Min 70 m
Superficie embalse nivel máximo (sin efecto de remanso)
690 km2
258 km2
271 km2
Potencia máxima
990 MW
3.300 MW
3.315 MW
Factor de planta
65%
60%
63%
Energía media anual
5,47 TWh
17,3 TWh
17,3 TWh
Fuente: TECSULT AECOM

Proyecto Cachuela Esperanza - Diseño final
Principales características del aprovechamiento

Número y tipo de grupos de la central
18 grupos tipo Bulbo
Longitud de la central
478 m
Longitud del vertedero
274 m
Presa
Altura máxima de 37 m,
Volumen de 3 Mm3
Tipo de presa
Enrocamiento con pantalla cimento-bentónica
Ubicación de las obras
Central y vertedero en la margen izquierda, presa y exclusa en el río y en la margen derecha.
Fuente: TECSULT AECOM

Rurrenabaque:


Cómo transformarse en un
destino turístico sostenible

Construir gobernabilidad, alcanzar una visión compartida de desarrollo, transparentar el manejo de los recursos públicos, generar espacios de participación y control social y reinvertir inteligentemente los ingresos municipales son las claves de un proceso que no asoma sencillo, pero tampoco inalcanzable. Los municipios de esta zona de fauna y flora exuberantes descubrieron que los árboles valen más vivos que muertos.



Un buen día, las autoridades y pobladores del Destino Rurrenabaque, ubicado en el norte amazónico boliviano, se dieron cuenta que mostrar sus árboles al turista en toda su exuberancia redituaba mucho más que cortarlos y venderlos como madera, actividad que hasta ese día era la base de su economía. Vieron que los árboles valen más vivos que muertos.
Esta decisión inyecta hoy a la economía regional aproximadamente 5 millones de dólares por servicios que se brindan a unos 50 mil turistas que anualmente visitan la zona para observar o fotografiar animales exóticos en su hábitat natural, bañarse con los bufeos o delfines de sus ríos, o disfrutar de un paseo por el monte. Allí se practica el ecoturismo.
“Hace diez años el municipio vivía de la explotación de la madera. Cantidades enormes de camiones salían de Rurrenabaque a La Paz llevando madera para comercializarla; eso daba movimiento económico al pueblo, pero no de manera sostenible. Entonces, a corto plazo solucionaba los problemas, pero a mediano y largo plazo se profundizaban los problemas”, afirma Yerko Nuñez, alcalde de “Rurre”, nombre corto de la zona que dio pasos importantes en la asimilación del concepto y la práctica del turismo sostenible.
Este Destino comprende los municipios de San Buenaventura, Apolo e Ixiamas de la provincia Iturralde de La Paz, y Santa Rosa del Yacuma, Reyes, San Borja y Rurrenabaque de la provincia José Ballivián de Beni. Ha sido privilegiado, pues ha recibido un valioso apoyo institucional a través de leyes que lo declararon Patrimonio Turístico Nacional (2003), y Centro Ecoturístico y Zona Prioritaria de Desarrollo Turístico (2005). El más reciente aliciente es el compromiso gubernamental de construir un moderno aeropuerto, que sin duda elevará el desarrollo turístico de la zona.

ECONOMÍA EN EBULLICIÓN
El impacto del turismo se refleja en la generación de más de 500 empleos directos relacionados con el hospedaje, la gastronomía (provisión y producción de alimentos) y el transporte (hay como 300 “mototaxistas”) y muchos más indirectos vinculados al comercio, la artesanía, campamentos, lavanderías, surtidores, farmacias, médicos, motoristas, pescadores, carpinteros, albañiles, entre otros.
La gestión del Destino intenta aproximarse a la definición de turismo sostenible de la Organización Mundial de Turismo: “se concibe como el turismo que propicia a una gestión de todos los recursos de manera que permita satisfacer las necesidades económicas, sociales y estéticas, manteniendo al mismo tiempo la integridad cultural, el proceso ecológico esencial, la diversidad biológica y los sistemas para sustentar la vida”.

GOBERNABILIDAD, EL DIFÍCIL CAMINO
La tarea no fue simple ni corta. Requirió de tiempo, negociaciones y renunciamientos a favor del bien común en temas sustanciales para llegar a lo que muchos municipios aspiran: identificar la vocación productiva del lugar, construir una visión compartida en base a consensos, comprometer la voluntad política de los múltiples actores involucrados, ampliar la participación ciudadana, transparentar la gestión municipal, efectivizar alianzas estratégicas con y entre actores públicos y privados; es decir, afianzar el anhelo de todo alcalde: gobernabilidad.
¿Cómo lo hicieron? El comienzo de esta historia se ubica en el año 2000, cuando se crearon el Parque Nacional Madidi y la Reserva Pilón Lajas, que frenó la tala indiscriminada. Desde la recién creada Dirección de Turismo del gobierno municipal se materializaron alianzas estratégicas con el gobierno departamental y la Cooperación Internacional, factor este último muy importante para la etapa más responsable con el medio ambiente que se iniciaba.
“No puede haber turismo sostenible si no hay planificación en el gobierno local y si no hay un manejo transparente de los recursos municipales. A partir de eso hemos creado confianza (…) como la gente participa y sabe en qué se administra sus recursos, la gente misma sale a apoyar al alcalde y le da su respaldo, más allá de los intereses políticos”, afirma el joven alcalde reelecto, que en su momento tuvo que lidiar contra el voto constructivo de censura.
“Eso se hace con planificación, con la participación de la ciudadanía en su desarrollo y viendo ellos que sus recursos que pagan sus impuestos contribuyen a la inversión en infraestructura y de lo que es la actividad turística”, agrega.
Se hicieron caminos vecinales, corrales, bretes y pozas de agua para los ganaderos, se construyeron sistemas de electrificación con paneles solares y otros proyectos.
En estos diez años, gracias a la prosperidad alcanzada con el turismo, afirma Núñez, “gran cantidad de gente ha dejado de vivir en los índices de pobreza más grandes” y el municipio “ha empezado a dar mejor calidad de vida a sus familias, y eso se construye con trabajo y esfuerzo entre los ciudadanos y su gobierno local”.

VISIÓN COMPARTIDA
El proceso incluye la identificación de los actores de la transformación, la asignación de roles y el establecimiento de mecanismos de participación ciudadana.
“Esto es como el fútbol”, grafica el alcalde: “No es posible ganar un partido si no se ponen todos la misma camiseta y contribuyen desde el lugar que están. Yo considero que la sociedad civil ha jugado el papel más importante, la gente que ha dejado de cortar madera, que ha dejado de vivir de la piel de animales y otras actividades, para abocarse al turismo. Creo que ellos son los principales”.
No olvida a los guías de turismo, a las agencias de viaje, la gente del pueblo, el empresariado, los campesinos, los indígenas. “Ellos son los principales actores. Nosotros desde el gobierno municipal los hemos apoyado y orientado”.
Pero como todo esto no es posible sin recursos, el burgomaestre destaca el apoyo de la cooperación internacional, de organizaciones no gubernamentales como Conservación Internacional, de la Agencia Estadounidense de Cooperación al Desarrollo Internacional (USAID), del Servicio Alemán de Cooperación Social-Técnica (DED), de la Cooperación Suiza (PADER-Cosude), “pilares fundamentales para fortalecer y apoyar lo que es la gestión municipal y la actividad turística de un gobierno municipal que ha decidido ser una población turística”.

PRIMER ÁREA PROTEGIDA MUNICIPAL
Entretanto, Santa Rosa del Yacuma, municipio beniano, posee el orgullo de haber constituido el primer Área Protegida Municipal en el río Yacuma, figura territorial hoy instituida en la nueva Constitución Política del Estado basada precisamente en esta exitosa experiencia. Con sus 610 mil hectáreas es la más extensa del mundo y es visitada anualmente por 16 mil turistas.
“Después de casi cinco años de gestión nos sentimos contentos porque hemos logrado mejorar en mucho la actividad turística, crear nuestra área protegida municipal, muy exitosa en el país y que tiene por finalidad fundamental conservar la naturaleza”, dice su alcalde Waldo Ayala Céspedes.
Pero la buena predisposición no basta, hace falta dinero, y eso no siempre hay. “Es algo nuevo. Significa destinar muchos recursos y no los tenemos todos. Hemos estado utilizando algunos recursos propios del municipio y otros de cooperación. Pero el desafío es ese, ¿no?, conseguir que la cooperación vea una experiencia exitosa, y cuando hay éxito en un lugar, por la gravedad misma cae el apoyo”, dice confiado Ayala.
La diferencia con las Áreas Protegidas Departamentales y Nacionales radica en que su gestión y manejo es eminentemente local y, por tanto, involucra a todos sus habitantes y estantes: comunidades campesinas, ganaderos, Comité de Vigilancia, Comité Cívico, operadores y guías de turismo, transportistas… “Es un área gestada desde abajo”, enfatiza la autoridad edil, “creo que ese ha sido el éxito. No es de escritorio, no es exclusivamente del alcalde o del concejo, es gestada con la ayuda, el apoyo, la conciencia de todos”.

UN PROCESO FACTIBLE
El proceso aún tropieza con dificultades como que algunas empresas no respetan la normativa y no hay controles ni cierres; o que los municipios no tienen atribuciones para normar ni castigar el incumplimiento de las normas; hay competencia desleal por precios, bajos y servicios de poca calidad; todavía la capacitación del personal es escasa y hay alta rotación del personal; también hay sobrecarga en los recursos turísticos y migración de animales por manipuleo excesivo; y los guías no reciben reconocimiento por un mayor nivel de capacitación ni cuentan con seguros médicos.
Pero está en marcha. De hecho están a punto de certificar a tres empresas como empresas sostenibles. El turismo no será sostenible ni exitoso en tanto los actores institucionales, empresariales y de la sociedad civil no compartan la misma visión de desarrollo y tengan gobernabilidad. El Destino Rurrenabaque muestra que sí es posible.


(RECUADRO)
PARTICIPACIÓN Y FISCALIZACIÓN

Las Naciones Unidas definen la buena gobernabilidad como un gobierno que “se basa en la participación, la búsqueda de consenso, la obligación de rendir cuentas, la transparencia, la sensibilidad, la eficacia y eficiencia, la ecuanimidad, la apertura y el respeto de la ley. Limita la corrupción y tiene en cuenta la opinión de las minorías y permite a los más vulnerables de la sociedad hacerse escuchar en la toma de decisiones. Responde igualmente a las necesidades actuales y futuras de la sociedad”.
En el caso de Rurre, se fortaleció el papel fiscalizador del Comité de Vigilancia, –“se los respeta”, dice Yerko Nuñez– proporcionándoles recursos económicos, y se motivó la participación de organizaciones que no están específicamente abocadas al control social como son las organizaciones campesinas e indígenas.
“Les invitamos a los cinco eventos que realizamos durante el año, que son las Cumbres y las EDA o Encuentros de Avance que se efectúan en febrero y junio”, donde el alcalde informa “qué se ha hecho, qué no se ha hecho de lo que la ciudadanía ha demandado”, es decir los avanzado en el marco del Plan Operativo Anual (POA).
En la Cumbre 1, que se realiza en septiembre, se informa de las actividades del año pero también se recogen las necesidades de la gente en base al Plan de Desarrollo Municipal. En la Cumbre 2 se hacen mesas de trabajo por distrito, donde en base a lo que han pedido –“que suma hasta 50 millones de dólares, cuando vamos a recibir 7”– y de acuerdo al techo presupuestario establecido por el ministerio de Hacienda, se priorizan y decantan las necesidades más importantes. En la Cumbre 3 “hacemos una fiesta entre todos; nos ponemos de acuerdo para hacer el POA, presentar al ministerio de Hacienda y el próximo año empezar a ejecutar”.
“Es un modelo de gestión participativa que mantenemos contacto la sociedad civil con las autoridades, invitamos al diputado de la zona, al Consejero, a todas las autoridades departamentales y nacionales para que sean veedores de este acuerdo que hay entre la sociedad civil y las autoridades legalmente constituidas”, afirma el alcalde Nuñez.
Hay que hacerlo desde abajo. A veces esperamos que se tracen líneas nacionales, políticas nacionales de turismo, que nos las existen; políticas departamentales, que no las existen. Si tenemos una potencialidad, hay que hacerlo desde abajo. Nosotros tenemos las competencias y hay que desarrollar las capacidades”, corrobora su homólogo Ayala.

ATRACTIVOS
Selva
Pampas
Centros urbanos
Comunidades
Proyectos productivos modelo
Pesca deportiva

PRODUCTOS

Senderos
Circuito de agroturismo y bicicletas


CIFRAS

· El 71 por ciento de los turistas prefiere visitar las pampas, y el restante 29 por ciento elige la selva.
· El 87% mostró su satisfacción por los servicios recibidos (tour, alojamiento, pueblo, alimentación), mientras un 10% estuvo disconforme y un 3% dijo no saber.
· El flujo de visitantes a la zona lo encabezan los turistas israelíes (26,1%), seguidos de los británicos (17,4%), australianos (6,3%), estadounidenses (5,7%), franceses (5,3%), bolivianos (4,8%), alemanes (4,5%), holandeses (4,3%), canadienses (2,9%) y suizos (2,8%). Otros, suma 19,4%.

EDUARDO FORNO


“El municipio
es el principal
actor del desarrollo sostenible”






Para el Director Ejecutivo de Conservación Internacional (CI), ONG que apoya desde hace años varios proyectos de desarrollo en Bolivia, estar cerca para escuchar y recoger las preocupaciones, demandas y sueños de la gente es una de las mayores ventajas y oportunidades que tienen los gobiernos municipales para provocar cambios realmente efectivos en la vida de la comunidad, con su participación.

· Guido Cortez Calla


Al plantear la “sostenibilidad” como un conjunto de sostenibilidades (económica, social, cultural y principalmente ambiental), el Director Ejecutivo de la ONG Conservación Internacional (CI), Eduardo Forno, analiza la gran oportunidad que tienen los municipios, por su cercanía con ellas, para transformar la vida de sus poblaciones a partir de recoger y canalizar adecuadamente sus necesidades, demandas y sueños.

La participación ciudadana y una buena gobernabilidad asoman como factores clave para este propósito, y también para afianzar un desarrollo sostenible.

¿Qué debemos entender por desarrollo sostenible en el caso boliviano, un país pobre donde, como se plantea desde alguna visión del desarrollo sostenible, los pobres podrían llegar a ser depredadores de su medio ambiente?

La sostenibilidad básicamente es una combinación de sostenibilidades. La más conocida es la sostenibilidad económica: que lo invertido al principio no se vaya “comiendo” en el tiempo y genere excedentes, pero no sería posible si no estuviera acompañada de una sostenibilidad social, es decir que los actores sociales tengan la posibilidad de ejercer sus derechos, que tengan opción de poder afectar el contexto en el que viven a través de los sistemas democráticos. Son también fundamentales los derechos culturales y en el caso de Bolivia es central: el derecho a la diferencia, a tener un origen diferente y ser aceptado por el “otro” independientemente del origen o de tener una manera de ser y de pensar diferentes; que mientras no viole el derecho del otro, sea respetado.
La sostenibilidad más importante es la ambiental; y “más importante” no porque sea más importante que las otras sino que es la que le da el carácter de esencia a la definición de desarrollo sostenible. Por ejemplo el agua, puede ser sostenible en la medida en que se la devuelve como se la recibe, que no se altere su ciclo; que el suelo no sea sobreexplotado, ese tipo de elementos pequeños y grandes que tienen que ver con la posibilidad de vida de las personas.
En el caso boliviano la sostenibilidad cultural toma un significado especial: la fuerza del diferente, ser aymara, ser quechua, tacana o sirionó, no tiene que ser ni más ni menos que ser guaraní, mojeño, camba o urbano occidental. O sea, que se respete realmente a cada uno de los ciudadanos en lo que, desde su cultura, es. Si en algún momento alguna cultura actuó sobre otra de una mala manera, no significa que ahora debemos buscar la reversa sino más bien el respeto y el equilibrio.
En el aspecto de la sostenibilidad social, no podemos pensar en sostenibilidad ambiental, en sostenibilidad del desarrollo, en desarrollo sostenible, si es que siguen habiendo tantos pobres, si más del 80 por ciento de la población de Bolivia es pobre. No olvidemos los aspectos éticos, es decir que también debemos pensar en lo inmaterial del medio ambiente, que al igual que pensamos para lo cultural lo espiritual, por ejemplo, lo sagrado, pensar que los otros seres vivos, los ecosistemas merecen el respeto de los humanos y en eso siento que las palabras del presidente Evo Morales al decir “respetemos los derechos de la Pachamama”, van en esa dirección. Lo que hay que hacer es implementar esas palabras en el desarrollo de nuestro país.

¿Quiénes son los actores del desarrollo sostenible y qué papel juega cada uno de ellos?

Todos. No hay un solo ciudadano…

Los decisores…

Actores somos todos, desde la posición de decisión, desde la posición de creación de leyes, hasta la posición de hacer una parcela, chaquear un pedacito, o tomar un vaso de agua. A nivel de los decisores, yo creo que si esta pregunta me la hacía hace tres años, básicamente yo le decía: el gobierno central, los gobiernos departamentales y los gobiernos municipales. Hoy yo digo los tres, pero al mismo tiempo hay un papel muy importante de la sociedad civil organizada que en algunos ámbitos se denominan “movimientos sociales”, en otros “gremios productivos” o “asociaciones productivas”…
Cuando uno piensa en quién puede ser el actor decisor con mayor peso, yo creo que es una combinación, pero me parece que la mayor fuerza a nivel del Estado se encuentra en los municipios, porque están muy cerca de la realidad, del actor social, del día a día. Están muy cerca de la posibilidad de causar cambio realmente en la vida de las personas. Las prefecturas y otros niveles descentralizados están en transición. El gobierno central es fundamental. Si digamos uno pone en contrapeso, por un lado está el gobierno municipal y por el otro el gobierno central, y un puente son los actores sociales.

¿Qué se puede mejorar desde el municipio, rescatando la experiencia que tienen ustedes de trabajar en ello?

La primera reflexión que creo se debería tener al momento de pensar en el municipio como un motor del desarrollo sostenible es ubicar dentro del municipio las fuerzas que están ligadas al desarrollo de la economía, de la sociedad y de la cultura. Después de las experiencias que hemos tenido de casi cinco años de trabajar con municipios junto con la Federación de Asociaciones de Municipios en Bolivia, lo más importante es preguntarse qué está en la mente de los ciudadanos al momento de hacer sus acciones económicas, sus decisiones culturales, sociales…

Conocer sus haceres, pensares y sentires…

Exacto. ¿Por qué? Porque si entramos pensando que todos tienen que pensar como nosotros, estamos seguros que nos vamos a equivocar. Entonces, si entendemos que por ejemplo para una persona en el municipio de San Buenaventura el sueño de un ingenio azucarero está metido dentro de su pensamiento desde hace más de 30 años, tenemos que responder a eso primeramente antes de poder hacer otras cosas. Si uno de entrada niega esas posibilidades, y dice “no, el municipio debe ser otra cosa”, tendrá problemas.
Lo segundo que hay que analizar junto con los pobladores del municipio es ¿cuáles son los lugares que hoy utilizan del municipio y por qué? y ¿qué es lo que quisieran o piensan que van a utilizar? En base a eso puede uno hacerse un mapa, una idea más mental que geográfica de dónde van las tendencias del desarrollo. La sostenibilidad hay que lograrla, entonces, en esos espacios que los actores locales ven que van a utilizar para vivir bien. ¿Cómo se puede lograr esto? Lo primero es promover que los actores expresen esos sueños no solamente en demandas coyunturales –uno de los problemas de los Programa de Desarrollo Municipal–, hay que ayudar a desarrollar agendas que satisfagan en cierta forma el corto plazo, que es inevitable, pero comiencen a generar visiones de largo plazo, donde es fundamental la construcción de la visión desde los actores.

Entonces, al tener el municipio esa proximidad al actor social y a la posibilidad de ir escuchando y dando respuesta a su trabajo y a sus actividades, se transforma en el único que puede canalizar una transformación hacia un desarrollo sostenible.

Pero eso supone tener una visión compartida, tener capacidades y fortalezas institucionales, supone cohesión social que ni la Participación Popular ha podido conseguir, entonces ¿cómo se plantea en ese escenario el desarrollo sostenible?

Todo esto es posible si y sólo si hay gobernabilidad, estabilidad en el municipio, y eso depende de un pacto político y de un pacto de los actores. Yo confío que gran parte del potencial que hay a nivel municipal va a nacer de los actores mismos. Cuando los actores comiencen a entender su problemática, ya sea en lo ambiental, en lo productivo, en lo social, se van a dar cuenta que les conviene el mejor tipo de alcalde posible, y el mejor tipo de alcalde posible va a ser aquel que tenga la capacidad de escuchar de la misma manera a todos y no cerrarse en las filas del partido que lo puso en ese momento. Cuando uno ve al alcalde de Comarapa, por ejemplo, puede hacer ese trabajo porque tiene un buen equipo, tiene estabilidad y gobernabilidad, y porque la sociedad ve que puede haber entre él y sus acciones, una sinergia, y funciona. Otro ejemplo, hubo muchísimos avances en el municipio de Rurrenabaque, pero no similares a los de Comarapa. La diferencia no está en la capacidad del alcalde, los dos son espectaculares, muy buenos; pero en el caso de Rurrenabaque la estabilidad, la gobernabilidad es muy complicada y en el caso de Comarapa es mucho menos. Algo que debe suceder a lo largo y ancho del país.

En los ejemplos exitosos ha habido alguna ONG o algún organismo externo ayudándoles en el tema, pero no sucede en todos. ¿Es que vamos a necesitar siempre la ayuda de “afuera”, digamos, para construir un municipio sostenible?

Creo que eso tiene que ver con la capacidad fiscal de los municipios. Todavía el excedente que viene de las exportaciones, de la economía del Estado a través de impuestos, es pequeño. Ha mejorado mucho, es impresionante cómo ha cambiado, pero todavía no es suficiente. Eso los lleva inevitablemente a tener que trabajar con apoyo externo, ya sea de otros niveles del Estado o de la Cooperación Internacional o, al final, de ONG. ONG debe haber en casi todos los municipios, agencias del Estado central en por lo menos cada provincia y municipio. Creo que es un proceso. Si uno ve Bolivia antes de la Participación Popular y hoy, Bolivia es otra cosa.

¿Podemos hablar de municipios sostenibles en Bolivia?

Yo creo que la ventaja de Bolivia es que todavía tenemos una buena conservación de lo que yo le llamaría capital natural: agua, suelos, bosques, bofedales, lagos, en un relativo buen estado de conservación, o relativo buen estado para la producción. Por lo menos tenemos lo material, como una base para trabajar. Yo creo que para ser sostenibles tenemos que ser más sostenibles en lo social y cultural, que es lo que hay que preocuparse más porque si no, como usted decía, podemos llegar a lo que sucede en algunos países, que es que la pobreza causa depredación. Cuando una persona no tiene nada que comer, tiene que hacer algo; si tiene un árbol al frente y ese árbol va a significar unos ingresos para su familia lo corta, y es comprensible ¿no es cierto? Pero como en Bolivia tenemos más de un árbol y tenemos pobres, pero gracias a Dios no tal porcentaje de pobres extremos como en otros países del planeta, hay una oportunidad grande, muy importante.


EL CAMBIO CLIMÁTICO AFECTARÁ A LOS ODM

¿Cómo cree que el cambio climático vaya a afectar al desarrollo en Bolivia?

Ya está afectando, tal vez no en el grado al que podría llegar en el futuro pero sí en un grado creciente, a nivel de dos variables para mí fundamentales: la variable del agua, yo creo que va a haber una reducción de la disponibilidad del agua, sobre todo en el agua que ha sido captada y es retenida por los glaciares; y un segundo aspecto, sobre todo en tierras altas en la primera etapa, los cambios de temperatura que pueden llevar a unos desplazamientos de cultivos, o por ejemplo donde antes se podía hacer chuño porque helaba en la noche, de repente ya no esté helando tanto. Va a ser un problema. Eso lleva a que el punto más crítico del tema de cambios climáticos para la población especialmente rural, pero también urbana en Bolivia, sea el tema de la adaptación. ¿Cómo responder, por ejemplo, ante una reducción de la disponibilidad de agua de los glaciares? Por ahí nos toca de aquí a algunos años tener que traer agua de Zongo o de Unduavi. Eso significa grandes inversiones. La capacidad de esas inversiones, esa es la capacidad de adaptación en las ciudades.

¿Cree que nos aleje de los ODM?

Lo que pasa que los efectos del cambio climático que vemos ahora todavía, como sociedad, no los hemos podido medir para ver su negatividad. Creo que si comienza a haber escasez de agua en algunas ciudades, inmediatamente va a haber un efecto sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, como humanidad, como países, como ciudadanos, no deberíamos poner como pretexto el cambio climático para no buscar el logro de los ODM, porque gran parte del logro de los ODM se pueden lograr cuando se rompan taras tan profundas como la desigualdad. Si la desigualdad fuera menor, rápidamente podríamos conseguir los ODM, pero hay una desigualdad tremenda. Es estructural. Y esto puede ser agravado por el cambio climático, pero sería peligroso que sea un pretexto para no lograrlo.